Caminé hacia donde vive la señora María Rubidia Palacios. Ella me iba a informar de la Pastoral Afro en su comunidad de Marroquín II, en Cali. Me recibió con un caluroso abrazo y una gran sonrisa. Noté su colorida y representativa vestimenta afro: tenia la blusa del vestido rojo con negro, la falda del vestido morada con muñequitos y un turbante lila con azul turquí. Se identifica como una de las personas afro que defienden su cultura con esta forma particular de vestir. Estaba confirmando su nombre y siento que me detiene diciendo “¡chocoana!, afrodescendiente”. Sí, esta mujer luchadora se siente orgullosa de su etnia y su Departamento.
Las personas de color, en el pasado, no podían
contestarle a su amo y mucho menos opinar. No había modo por el cual ellos se
pudieran expresar delante de la sociedad sin que sus amos se dieran cuenta, el
africano en ese tiempo no tenía derecho a nada. Ellos se comunicaban entre
miradas y silbidos en las noches para danzar, brincar, cantar y así practicar
sus tradiciones. Mucho después decían que todo eso era brujería. Cada comunidad
hablaba un idioma y una lengua diferente, todos los africanos y
afrodescendientes no venían del mismo lugar. Cuando trataban de comunicarse se
enredaban entre ellos, se dice que hablaban pesado
porque a veces no se les entendía.
A esta mujer le ha tocado difícil. Incluso me cuenta que estuvo a punto de dejar la Pastoral por la falta de personal. Habían pocos colaboradores que le ayudarán a coordinar y establecer presentaciones, eucaristías y actividades afro. En el transcurso del tiempo ha habido personas que le brindaron una ayuda y se interesaron por el bien que se quiere lograr.
Rubidia
dijo que su comunidad, respecto a la Pastoral, se destaca entre las otras,
porque en la iglesia Cristo Señor de la Vida fue donde se realizó la primera misa de negritudes, ya hace 20 años, y que ahora la conocemos como misa
afro. A la primera asistió un grupo aproximado de 40 personas, hoy llegan a llenar el templo. Estas eucaristías
afrocolombianas fueron aprobadas por Juan Pablo II*, según cuenta María Rubidia, al realizar un estudio
sobre las personas que decidían cambiar de religión.
Cuando ella entró por primera vez en la
Pastoral Afro, notó que estaba bien su color de piel y cada uno de sus rasgos
característicos afro. Ella ve en la Pastoral un surgimiento del grupo del semillero
actualmente y se desarrolle un conocimiento cultural. Un semillero es un grupo
de niños y jóvenes que se reúnen para educarse sobre todo lo afro.
María
Rubidia ha trabajado desde el inicio en su comunidad para que se realizaran las metas de la Pastoral. Su motivación es el poder llegar a sentir ese sabor folclórico que se
logra transmitir en las celebraciones. Como dijo ella: “El que no brinque o se
mueva en una misa afro está muerto en vida”. Incluso contó que: “es algo que
llevamos en la sangre por nuestros antepasados y más cuando se hace porque le
gusta a esa persona”.
Ella,
a pesar de ser una mujer de edad, tiene la motivación que muchos niños y jóvenes
quisieran ver en la Pastoral.
* Ver: Mensaje del santo padre Juan Pablo II a los afroamericanos. Vatican.va, 1992.
Yennifer Marles Palacios
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jueves, 21 de enero de 2016
María Rubidia, afrocolombiana decidida
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